30 de diciembre de 2009

GEMELOS

Anoche parí dos hijos inesperadamente: uno muy grande y otro muy pequeño. Cada uno mamaba de una teta distinta pero al pequeño, al de la teta izquierda, le costaba más y no crecía. Lo perdía constantemente y cuando lo encontraba e intentaba que mamase,
mi pezón el que no conseguía erectar lo suficiente ni encajar en su pequeña boca.
Sin salir de mi asombro ante esta tardía maternidad en solitario, seguía batallando para sacar adelante a mi cada vez más diminuto hijo y  no perderlo definitivamente, ni muerto ni vivo. Me inquieta soñar hoy el final de este cuento.

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